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Sáhara Occidental: Un Giro Histórico Vuelve a Poner en el Punto de Mira el Último Asunto de Descolonización de África

Nueva York, 16 de abril de 2025. En la solemne sala del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, un hombre toma la palabra. Con aplomo, precisión y una gravedad medida, Staffan de Mistura, Enviado Personal del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental, presenta un informe que, según varios diplomáticos presentes, podría marcar un punto de inflexión en el largo y enredado expediente saharaui.

Este informe llega en un momento cargado de simbolismo: cincuenta años después de la retirada española del Sáhara Occidental en 1975, la cuestión de la descolonización sigue sin resolverse, congelada en un statu quo que solo una crisis —o un despertar internacional concertado— podría desestabilizar. Por primera vez en mucho tiempo, un cambio real parece al alcance.

Una trilogía diplomática en el corazón del informe

Tres mensajes clave se desprenden de la intervención de De Mistura: tres pilares que reflejan tanto la postura actual de Estados Unidos como los cambios en las dinámicas de poder dentro del Consejo de Seguridad.

1. Hacia una “autonomía genuina”: un llamado a la claridad

Desde 2007, Marruecos ha propuesto un plan de autonomía para el Sáhara Occidental, frecuentemente descrito como una solución “realista y creíble”. Sin embargo, los detalles de esta propuesta siguen siendo sorprendentemente vagos. Aunque se hace referencia a un parlamento local y a una gobernanza administrativa, las cuestiones esenciales siguen sin respuesta:

  • ¿Qué grado de soberanía saharaui se respetaría?

  • ¿Qué garantías existen en cuanto a la independencia judicial, los derechos políticos o el control de los recursos naturales?

  • ¿Cuál sería exactamente la relación con la monarquía marroquí?

En su informe, De Mistura solicita una clarificación sustancial del plan. Según un memorando interno filtrado del Departamento de Estado de EE. UU. (publicado por The Washington Post en marzo de 2025), Washington ha solicitado una versión revisada de la propuesta marroquí que incluya disposiciones para integrar al Frente Polisario como coadministrador del territorio durante una fase de transición.

2. Una “solución mutuamente aceptable”: el retorno de la autodeterminación

Aunque diplomáticamente formulada, la expresión está cargada de significado. Desde la Resolución 1514 (1960), las Naciones Unidas han considerado la cuestión saharaui como un caso de descolonización, reconociendo el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Marruecos rechaza firmemente la idea de un referéndum, mientras que el Frente Polisario —con un sólido respaldo argelino— la mantiene como piedra angular de su posición.

De Mistura subraya que no puede alcanzarse una solución duradera sin un proceso creíble que permita la expresión popular. Invoca la noción de una “forma de autodeterminación” aún por definir —posiblemente mediante una votación libre tras una fase transitoria.

Según el Doha Centre for Strategic Studies, dicho mecanismo podría inspirarse en precedentes como Sudán del Sur (2011) o Timor Oriental (1999), ambos realizados bajo supervisión internacional tras períodos de gobernanza transicional.

3. Un involucramiento más firme de EE. UU.: Washington cambia de rumbo

Durante la administración Trump, Estados Unidos reconoció la “soberanía” marroquí sobre el Sáhara Occidental en diciembre de 2020, a cambio de la normalización de relaciones entre Rabat e Israel. Esta medida fue duramente criticada por la comunidad internacional, incluida la Unión Africana.

Pero desde la llegada de la nueva administración en 2024, se perciben señales de un viraje discreto. En una audiencia ante el Congreso en febrero de 2025, la Secretaria de Estado, Linda Thomas-Greenfield, declaró:

“Cualquier solución al conflicto del Sáhara Occidental debe estar alineada con los principios fundamentales del derecho internacional y debe involucrar al pueblo saharaui.”

Una declaración lejos de ser trivial. Marca un giro deliberado respecto a la postura anterior y señala un renovado compromiso con una resolución del conflicto dentro de un marco multilateral liderado por la ONU.

¿Hacia una transición bajo supervisión internacional?

Según fuentes diplomáticas en Ginebra y Nueva York, actualmente se está considerando un plan confidencial con respaldo de Estados Unidos, Alemania y Noruega. Este contempla un período transitorio de cinco años bajo supervisión de la ONU, durante el cual:

  • El Frente Polisario administraría el territorio en el día a día.

  • Los refugiados saharauis de los campamentos de Tinduf (Argelia) regresarían bajo protección internacional.

  • Se organizaría un censo electoral con la asistencia del ACNUR.

  • Se establecerían instituciones locales: un parlamento, una presidencia y un consejo constitucional.

Este plan se inspira en modelos ya probados como Namibia (1989–1990) o Kosovo (1999–2008), donde la mediación internacional jugó un papel decisivo en transiciones postcoloniales.

Argelia, España y Mauritania: anclas regionales de la hoja de ruta

Argelia, tradicional aliada del Frente Polisario, actuaría como garante del proceso de paz, junto con Mauritania, país fronterizo del territorio disputado. España —antigua potencia colonial— sigue controlando administrativamente el espacio aéreo saharaui bajo el mandato de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).

Madrid es, por tanto, un actor técnico y diplomático clave en esta transición. En marzo de 2025, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, declaró ante el Parlamento:

“España está dispuesta a apoyar activamente cualquier solución basada en el derecho internacional y aceptada por el pueblo saharaui.”

Conclusión: ¿El ocaso de un mito marroquí?

Si este plan llega a concretarse, representaría un duro golpe para la narrativa marroquí, cuidadosamente elaborada durante décadas. El Frente Polisario, durante mucho tiempo retratado como una milicia terrorista para socavar su legitimidad, sería finalmente reconocido como interlocutor legítimo —incluso como autoridad provisional de gobierno. Un giro simbólico, pero de enormes consecuencias.

Privado del apoyo incondicional de Washington, Marruecos se enfrenta ahora a una América más pragmática y guiada por principios, menos dispuesta a anteponer la conveniencia geopolítica a la claridad legal y moral. En este nuevo contexto, Rabat podría verse obligado a aceptar lo que antes era impensable: negociaciones directas con el Frente Polisario, un escenario durante mucho tiempo considerado tabú.

En este panorama tenso y cambiante, las campañas de cabildeo marroquí en los think tanks estadounidenses adquieren un nuevo sentido. Figuras como Zineb Riboua, del Hudson Institute, han promovido informes que presentan al Polisario como una amenaza terrorista regional: un intento torpe de reescribir la narrativa cuando los hechos ya no la respaldan.

Pero más allá de estos malabares diplomáticos y documentos relucientes, una verdad permanece inmutable: el Sáhara Occidental sigue siendo una tierra colonizada, cuyo destino aún debe ser determinado por la voluntad libre de su pueblo. Si la ONU logra reactivar un proceso creíble y justo, no será solo una victoria del derecho sobre la fuerza: será un momento definitorio en la historia de África, una promesa cumplida: el cierre digno de su último capítulo colonial.


Por Belgacem Merbah


Fuentes primarias:

  • Informes del Consejo de Seguridad de la ONU, abril de 2025

  • The Washington Post, “El giro silencioso de Washington sobre el Sáhara Occidental”, 3 de marzo de 2025

  • Centro de Estudios de Al Jazeera, El futuro de la autodeterminación en el Sáhara Occidental, enero de 2025

  • Discursos oficiales en el Consejo de Seguridad de la ONU

  • Ministerio de Asuntos Exteriores de España, sesión parlamentaria del 5 de marzo de 2025

  • Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana, informe especial sobre el Sáhara Occidental, febrero de 2025

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