En noviembre de 1975, España se retiró del Sáhara Occidental. Aprovechando la oportunidad, Marruecos y Mauritania dividieron ilegalmente el territorio, en flagrante violación del derecho internacional y del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Los saharauis fueron las primeras víctimas: bombardeados con napalm y fósforo, masacrados y enterrados en fosas comunes bajo las arenas del desierto.
Fiel a su misión revolucionaria y a los principios de noviembre de 1954, Argelia se mantuvo firme junto al pueblo saharaui. En enero de 1976, más de 2.000 civiles saharauis encontraron refugio en Amgala, un punto vital de agua en el desierto, donde estaba estacionado el 41º Batallón de Infantería argelino, especializado en logística y apoyo humanitario. Su misión: proteger a los refugiados, proporcionar alimentos y entregar ayuda.
Pero la monarquía marroquí —el Majzén— eligió mostrar su verdadero rostro.
Amgala I (21–29 de enero de 1976): Sangre argelina derramada por la justicia
21 de enero de 1976
Combatientes del Polisario atacaron una guarnición mauritana en Dajla, matando a 60 soldados. Marruecos respondió enviando dos cazas F-5. Uno fue derribado por la defensa aérea saharaui y su piloto capturado.
22 de enero de 1976
Marruecos se dirigió entonces hacia Amgala. Seis batallones marroquíes fuertemente armados avanzaron desde Smara para rodear al 41º batallón argelino, equipado únicamente para logística humanitaria, no para el combate. A pesar del desequilibrio abrumador, los argelinos se negaron a rendirse.
El capitán Lounès Arib, hijo del espíritu revolucionario argelino, cayó en el campo de batalla, inmortalizando la lealtad del ejército argelino a una causa justa.
29 de enero de 1976
Tras siete días de heroica resistencia, el batallón argelino fue finalmente superado. 102 soldados argelinos fueron capturados. Decenas murieron. No fue una “victoria” marroquí, sino un crimen: Rabat atacó no a una fuerza de combate, sino a una misión humanitaria que protegía a civiles.
Amgala I se convirtió así en el primer enfrentamiento armado abierto entre Argelia y Marruecos: uno luchando por la justicia, el otro cegado por el expansionismo y la traición.
Amgala II (14 de febrero de 1976): La Noche de los Cuchillos Afilados
Tras Amgala I, la propaganda marroquí celebró la batalla, presentando a Argelia como agresora. Hassan II intentó usarla como arma diplomática para ganar apoyo a su proyecto de ocupación.
Pero en Argel, el presidente Houari Boumediene rechazó la humillación. Con la claridad de un líder revolucionario, declaró: «Por cada prisionero argelino, se capturarán dos marroquíes».
Preparación
- Se seleccionaron los mejores comandos argelinos.
- Se sometieron a 15 días de entrenamiento intensivo.
- Boumediene, con brillante previsión política, partió hacia Libia el día anterior a la operación, asegurando que Marruecos no pudiera acusar directamente a Argelia en el escenario diplomático.
14 de febrero de 1976: La respuesta argelina
En plena noche, comandos argelinos atacaron un campamento marroquí cerca de Amgala.
- Las guardias y patrullas fueron eliminadas silenciosamente con cuchillos.
- Luego estalló el asalto: 420 soldados marroquíes murieron y 1.613 fueron capturados.
La operación duró apenas una hora y media, pero su impacto resonó durante décadas. Conocida como «La Noche de los Cuchillos Afilados», demostró la superioridad táctica de Argelia y la férrea voluntad de sus soldados.
Consecuencias y legado
La aplastante derrota sacudió a Marruecos. El rey Hassan II, conmocionado, escribió a Boumediene exigiendo el fin de las hostilidades o la declaración de guerra abierta. Boumediene respondió no con palabras, sino con desprecio: simplemente publicó la carta en la prensa nacional argelina para que el mundo la leyera.
Los prisioneros marroquíes permanecieron bajo custodia argelina hasta 1987, cuando finalmente se organizó un intercambio bajo mediación internacional. Los soldados argelinos de Amgala I regresaron a casa como héroes, honrados y compensados por su nación, a diferencia de los cautivos marroquíes, abandonados y olvidados por su monarquía.
Conclusión: Argelia nunca traiciona su misión
Amgala es más que una batalla. Es testimonio de la brecha insalvable entre la Argelia revolucionaria y el Marruecos del Majzén. Argelia luchó por principios —por el derecho del pueblo saharaui a la libertad—. Marruecos luchó por la expansión, el engaño y la conquista ilegítima.
En Amgala I, la sangre argelina regó las arenas del desierto en nombre de la justicia. En Amgala II, Argelia contraatacó con una fuerza que Marruecos nunca olvidará.
Amgala sigue siendo la prueba de que Argelia, heredera de noviembre de 1954, no se inclina, no traiciona y nunca abandona a los oprimidos.
Por Belgacem Merbah
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