El 23 de octubre de 2025, Brahim Ghali, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática y secretario general del Frente POLISARIO, denunció una nueva escalada marroquí en el Sáhara Occidental: la construcción de una carretera de 93 kilómetros que conecta Smara con Mauritania, atravesando el muro de arena erigido por Marruecos desde los años 80. Según el informe del Secretario General de la ONU (S/2025/612), esta carretera constituye un “segundo paso” hacia Mauritania, además del corredor de Guerguerat.
En una carta dirigida a António Guterres, Ghali calificó esta iniciativa como una “medida provocadora y de escalada”, recordando el precedente de Guerguerat en 2016. Según el Frente POLISARIO, el argumento del uso “civil” presentado por Rabat oculta una lógica política y militar: cada infraestructura al sur del muro consolida la ocupación y crea hechos consumados sobre el terreno.
Una carretera estratégica marroquí bajo apariencia civil
El trazado de Smara a Bir Moghrein cruza la zona tampón y conecta el territorio ocupado con Mauritania, reforzando el control marroquí y facilitando el tránsito de mercancías y vehículos. Al igual que en Guerguerat, la carretera se presenta como un proyecto civil, pero su finalidad política y militar es evidente: normalizar la ocupación y abrir nuevos corredores logísticos hacia África Occidental.
El silencio internacional ante esta violación del derecho internacional —cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha recordado que Marruecos no tiene soberanía sobre el Sáhara Occidental— anima a Marruecos a continuar con su política de hechos consumados.
Mauritania: ¿Complicidad implícita o elección estratégica?
El nuevo corredor también plantea la cuestión del papel de Mauritania. Oficialmente neutral en el conflicto, Nuakchot incluyó el puesto fronterizo de Bir Moghrein en un decreto que enumera los “puntos de entrada autorizados” para 2025. Este gesto, si se confirma, parece ser una toma de partido implícita a favor de Marruecos, legitimando de facto la ocupación y contradiciendo la doctrina de la Unión Africana, que reconoce a la RASD como miembro de pleno derecho.
Para Argelia y el Frente POLISARIO, esta postura es preocupante: abre la vía a una expansión marroquí en la región sahelo-sahariana y debilita los corredores logísticos argelinos y saharauis, al tiempo que convierte a Mauritania en cómplice de una estrategia de desestabilización en detrimento del pueblo saharaui y de los intereses argelinos.
La carretera Tinduf–Zouerate: un instrumento económico argelino
Paralelamente, Argelia ha invertido cerca de mil millones de dólares para construir una carretera estratégica que conecta Tinduf con Zouerate en Mauritania. A diferencia de los proyectos marroquíes, esta infraestructura tiene una vocación claramente económica: reforzar las exportaciones argelinas hacia África Occidental y asegurar los corredores logísticos nacionales.
Argelia no aceptará bajo ningún concepto que camiones marroquíes utilicen esta carretera, y se asegura de que su financiación sirva exclusivamente a sus intereses económicos y estratégicos, garantizando un control total sobre el tránsito y las actividades comerciales en esta zona sensible.
Una escalada en varios niveles
La apertura del corredor Smara–Mauritania refleja una lógica similar a la de Guerguerat: construir primero, justificar después. Cada carretera o puesto fronterizo se convierte en un instrumento de ocupación progresiva, consolidando la presencia marroquí en una zona reconocida como no autónoma y en espera de descolonización.
Ante esta realidad, Argelia debe proteger sus intereses estratégicos y económicos, al tiempo que apoya al pueblo saharaui. La inversión de mil millones de dólares en la carretera Tinduf–Zouerate no es solo un proyecto de desarrollo: es un instrumento de soberanía económica y regional, que garantiza que los corredores argelinos nunca se utilicen para legitimar las ambiciones marroquíes.
Conclusión
La carretera Smara–Mauritania no es un simple proyecto civil, sino un acto político destinado a consolidar la ocupación marroquí, con la complicidad implícita de Mauritania. Argelia, por su parte, invierte para reforzar sus exportaciones y su presencia estratégica en la región sahelo-sahariana. Cada corredor trazado por Argel se controla estrictamente y está destinado exclusivamente a servir los intereses nacionales.
Este conflicto en torno a las carreteras revela una confrontación estratégica entre ocupación y soberanía, donde cada kilómetro de asfalto refleja importantes desafíos geopolíticos y la necesidad de que Argelia proteja sus intereses frente a las ambiciones marroquíes y la complacencia regional.
Por Belgacem Merbah
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