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Sáhara Occidental: la Resolución 2797 de la ONU — Un punto de inflexión geopolítico con profundas implicaciones para Argelia

Una decisión aparentemente técnica, pero políticamente decisiva

El 31 de octubre de 2025, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 2797, que extiende el mandato de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO) por un año adicional, hasta octubre de 2026.

Aunque pueda parecer una simple renovación administrativa, esta decisión representa en realidad un momento diplomático crucial, capaz de redefinir el equilibrio geopolítico del Magreb y de afectar directamente los intereses vitales de Argelia.

 

Una resolución ambigua: ni ruptura ni continuidad plena

Aprobada con 11 votos a favor y 3 abstenciones (China, Rusia y Pakistán), la Resolución 2797 prorroga el mandato de la MINURSO para mantener el alto el fuego y preparar las condiciones para un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.

Contrario a lo que sostienen ciertos medios, la resolución no reconoce la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.

Por el contrario, reafirma el principio de autodeterminación, piedra angular de la doctrina de descolonización de la ONU, otorgando al pueblo saharaui el derecho a elegir libremente su propio futuro, sea independencia, autonomía o integración.

Sin embargo, el texto introduce una novedad sutil pero políticamente cargada: por primera vez se menciona el concepto de “autonomía genuina” (genuine autonomy).

Este término, impulsado por la diplomacia estadounidense, implica que el plan de autonomía marroquí de 2007 no puede ser aceptado tal como está, sino que debe revisarse, adaptarse o profundizarse para ajustarse a los criterios de una autonomía auténtica, conforme con los principios de la ONU.

En otras palabras, Estados Unidos está presionando para orientar el proceso hacia un marco de autonomía, manteniendo al mismo tiempo la apariencia formal de autodeterminación.

Se trata de una ambigüedad calculada, diseñada para complacer a Marruecos sin contradecir abiertamente la legalidad internacional.



La posición de Argelia: firmeza en los principios, moderación en la postura

Argelia ha permanecido fiel a su postura histórica: apoyo inquebrantable al derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, rechazo de toda solución impuesta y respeto por la legalidad internacional.

Al abstenerse de participar en la votación, Argelia expresó una objeción de principio a un texto que, a su juicio, no refleja plenamente la doctrina de descolonización de la ONU, aunque mantuvo canales de diálogo abiertos con la organización.

Este enfoque mesurado refleja la madurez y coherencia de la diplomacia argelina: firme en los principios, pero tácticamente flexible, comprometida con una solución justa basada en la ley y en la soberanía popular.


La estrategia estadounidense: pragmatismo envuelto en presión

Estados Unidos desempeñó un papel central en la redacción final de la resolución, buscando consolidar el plan de autonomía marroquí como base principal de negociación.

Declaraciones de Massad Boulos, asesor principal del expresidente Donald Trump, calificaron la resolución como “un paso histórico hacia una autonomía genuina bajo soberanía marroquí”.

Sin embargo, esta interpretación es jurídicamente incorrecta.

El Consejo de Seguridad no reconoció la soberanía marroquí, ni eliminó el derecho a la autodeterminación.

Lo que ocurre, más bien, es un intento estadounidense de orientar las negociaciones hacia un resultado predefinido —la autonomía— manteniendo el lenguaje formal de la elección.

Este enfoque, que combina influencia diplomática y coerción política, corre el riesgo de transformar un proceso de descolonización en un conflicto administrado bajo supervisión externa, minando así los fundamentos mismos de la legitimidad internacional.

Los intereses vitales de Argelia: entre la prudencia y el margen estratégico

Para Argelia, el Sáhara Occidental no es un tema periférico, sino una cuestión de seguridad nacional, equilibrio estratégico y coherencia moral.

1. Seguridad regional
La creciente alineación internacional con la posición marroquí amenaza con desestabilizar el frágil equilibrio del Magreb.
A pesar de las provocaciones constantes, Argelia ha mostrado hasta ahora una notable contención, evitando todo apoyo militar directo al Frente Polisario y sosteniendo el proceso diplomático dirigido por la ONU.
Esta prudencia demuestra la responsabilidad del Estado argelino y su voluntad de prevenir una confrontación abierta en una región ya volátil.

2. Liderazgo diplomático
Argelia sigue siendo un símbolo de los movimientos de liberación y de la legalidad internacional, una voz respetada dentro de la Unión Africana y del Movimiento de Países No Alineados.
Mantiene alianzas sólidas en África, América Latina y Asia, regiones que continúan considerando al Sáhara Occidental como un caso de descolonización inconclusa, no como un litigio territorial bilateral.

3. Estabilidad interna y disuasión regional
Cualquier intento de marginar a Argelia o imponerle una solución externa podría producir el efecto contrario.
Si se la empuja al límite, Argelia podría verse obligada a revisar su doctrina estratégica, incluida su postura de seguridad regional.
Tal cambio pondría en riesgo la frágil paz del Magreb, generando una nueva etapa de imprevisibilidad que ningún actor regional o global podría controlar plenamente.

Mirando hacia adelante: pragmatismo y reajuste estratégico

Lejos de estar aislada, Argelia conserva importantes activos diplomáticos, económicos y estratégicos.

Su futuro inmediato podría apoyarse en cuatro pilares fundamentales:
  • Reforzar las alianzas alternativas con Rusia, China y el Sur Global para proteger el marco jurídico de descolonización de la ONU;
  • Reactivar el papel de la Unión Africana, reafirmando que el Sáhara Occidental sigue siendo un territorio no autónomo según el derecho internacional;
  • Modernizar su diplomacia de defensa, equilibrando disuasión y diálogo para mantener la estabilidad regional;
  • Utilizar su poder energético como instrumento soberano de influencia geopolítica y diplomacia condicionada.

Conclusión: entre el principio y el realismo — el camino argelino

Una resolución ambigua, un callejón sin salida diplomático

La resolución 2797, adoptada el pasado viernes por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, destinada a prorrogar el mandato de la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental), ha reavivado paradójicamente las tensiones en torno a este territorio. Bajo la apariencia de un consenso diplomático, se oculta una maniobra sutil que amenaza con socavar los fundamentos del derecho internacional.
Redactada por Estados Unidos, la resolución introduce por primera vez la noción de una “autonomía genuina bajo soberanía marroquí” como solución “más realista”. Esta formulación, deliberadamente ambigua, no consagra la soberanía de Marruecos sobre el territorio, pero busca orientar la interpretación política del conflicto. Este desliz semántico, lejos de ser trivial, representa una ruptura con la neutralidad histórica del Consejo en materia de descolonización.

Argelia: entre el principio y la agilidad táctica

Ante este texto sesgado, Argelia optó por no participar en la votación. Una ausencia asumida y explicada con claridad por su representante permanente ante la ONU, el embajador Amar Bendjama. Este denunció una resolución que ignora las aspiraciones del pueblo saharaui, margina las propuestas del Frente Polisario y traiciona el espíritu mismo de la doctrina de descolonización de las Naciones Unidas.
Fiel a sus compromisos históricos, Argelia intentó reequilibrar el borrador inicial introduciendo referencias al derecho a la autodeterminación y a negociaciones sin condiciones previas. Sin embargo, las deficiencias persisten, y el marco propuesto sigue siendo demasiado estrecho para generar una dinámica de paz inclusiva.

Una resolución nacida muerta

La resolución 2797 no establece las condiciones necesarias para una solución política. Consagra un desequilibrio entre las partes, destacando las ambiciones territoriales de Marruecos mientras silencia las reivindicaciones saharauis. El Frente Polisario, parte esencial del conflicto, ve ignoradas sus propuestas y minimizado su papel.
En cuanto a las abstenciones de Rusia, China y Pakistán, reflejan una cautela estratégica: estas potencias no respaldan el plan marroquí, pero prefirieron no bloquear la renovación del mandato de la MINURSO. Su postura pone de manifiesto la falta de consenso internacional en torno al proyecto de autonomía.

El derecho frente a los cálculos de poder

Lejos de abrir el camino hacia una solución “mutuamente aceptable”, esta resolución consagra en realidad un callejón sin salida. Intenta sustituir la justicia y la legalidad por intereses coyunturales —dictados por lógicas internas estadounidenses y ambiciones transaccionales—. Al actuar así, sus promotores corren el riesgo de abrir las puertas a la inestabilidad en una región ya frágil.
Argelia, en una postura firme pero constructiva, deberá conjugar la intransigencia de principios con la flexibilidad táctica. Porque mientras el pueblo saharaui no haya ejercido libremente su derecho inalienable a decidir su destino, el conflicto no puede reducirse a una simple disputa regional: sigue siendo una cuestión de descolonización inconclusa.

Una celebración sin victoria

La resolución 2797, adoptada en un clima de celebración diplomática por algunos, no representa un avance. Más bien, ilustra los límites del multilateralismo frente a las relaciones de fuerza. Marruecos, a pesar de su satisfacción pública, debería mostrar mayor humildad: el plan de autonomía no está definido ni ha sido aceptado de forma unánime. Incluso Estados Unidos, al hablar de un “plan de autonomía auténtico”, sugiere que aún está por construirse.

En este contexto, Argelia permanece fiel a su línea: defender la legalidad internacional, preservar la estabilidad regional y apoyar el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos. Hasta que el derecho prevalezca sobre la fuerza, y la legitimidad se imponga a los cálculos de poder.


Por Belgacem Merbah



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